Cuando mi hijo mayor tenía unos cinco años le escribí un pequeña obra: El Arte De Elevar Cometas. Hoy la encontré en alguna carpeta olvidada de mi computador. Aprovecho para compartirla.
Category: Relatos
ME LLAMO CARMEN
Me llamo María del Carmen Casta Celina Secundina Herrera Portés Viuda de López, natural de Barbacoas, Colombia.
Nací el Primero de Julio de 1887. Mi madre Helena me bautizó María por ser mujer, Carmen por nacer en Julio (el mes consagrado a la Virgen del Carmen), y los demás nombres… según me contaron, los debo al santoral de mi natalicio, aunque ahora que en el cielo tengo la oportunidad de consultar esos documentos, no encuentro concordancia entre las listas de santos, sus días de consagración y la fecha de mi nacimiento.
A mí la verdad no me acaba de agradar ese extenso nombre, luego prefiero que mis tataranietos me llamen simplemente Carmen, o, si lo prefieren, Abuelita Carmen.
Como les decía, nací en Barbacoas, Nariño, un olvidado y pequeño pueblo minero a orillas del Rio Telembi, en medio de una selva infinita que se extiende como un mar verde por toda la costa pacífica Colombiana. Es realmente un sitio mágico, dotado de la mayor biodiversidad del planeta y bañado por miles de ríos y arroyos que brillan por las pepitas de oro que contienen sus arenas, pero también pleno de paludismo, tigres, fiebre amarilla, coca, guerrilla y abandono.
Si el gobierno valorara nuestras riquezas naturales !!!!
En fín, visitar mi pueblo natal no es fácil, ni seguro, pero si se aventuran, mis queridos tataranietos, les doy algunas indicaciones. Desde el cielo trataré de protegerlos en su travesía, aunque no les aseguro nada.
La opción mas rápida es saliendo de Tumaco por carretera, en un viaje que dura como cinco horas. Antes duraba el triple, pero la situación mejoró, y todo gracias al trabajo de los señores del pueblo. Les cuento cómo se hizo realidad el milagro? Una muy efectiva huelga de piernas cerradas que hicieron las mujeres. Ante semejante crisis de abstinencia sexual, todos los hombres corrieron de manera voluntaria y diligente a colaborar en la mejora de la via, y así, rápido, se arregló la carretera.
Una segunda via de acceso es fluvial, siguiendo una travesía mas larga pero mas pintoresca, aunque peligrosa por la cantidad de retenes ilegales que ha colocado la guerrilla, los paramilitares y los cultivadores de coca. Para llegar en lancha deberán salir de la ensenada donde está el embarcadero, entrar al rio Patía por sus esteros y manglares, buscar la confluencia con el Rio Telembí en plena selva, navegar sus aguas, y así, después de siete horas, habrán llegado felizmente a su destino.
Y la última alternativa es saliendo de Pasto en dirección Tumaco via Junín. De ese poblado se desprende un carreteable que conduce a Barbacoas. En Junín empieza la aventura. En el camino deberán entenderse no solo con retenes ilegales de los mismos grupos arriba mencionados sino con precipicios y derrumbes causados por el invierno.
Y como siempre llueve !!!
Ya bajando la cordillera el paisaje cambia, es la llanura del pacífico, una selva impenetrable con una vía casi que intransitable, pues los cráteres de la carretera con la lluvia se vuelven lodazales que ni las mulas atraviesan.
Fig 1. Carreteable via Junín – Barbacoas.
Que porqué vine a nacer en Barbacoas?
Locuras de mi abuelo. Ya mis nietas han contado parte de la historia.
Faustino se llamaba, igualito a mi Padre, vino a parar a estas tierras para extraerle las pepitas de oro al río, y para esto mandó abrir socavones con la diligente colaboración de sus esclavos.
Esclavos, claro, pero muy bien tratados. Hasta los bautizaba. Los registros que prueban lo que digo reposan en los ”Libros Acostados” conservados en la Catedral de Barbacoas. Les recomiendo su lectura, pero háganlo pronto, pues se están deshaciendo en pedazos por la humedad.
Esto de la minería a mi abuelo le funcionó bastante bien. El oro le alcanzó incluso para fundar un pueblo al frente de Barbacoas, Magüi Payan, se llama. Yo la verdad nunca entendí que bicho lo picó para acometer semejante empresa. Mi papá me contaba que sacó de su propio bolsillo quinientos pesos, que era mucho dinero en esa época, para adquirir las tierras donde finalmente pudo realizar su sueño. Así, mis queridas tataranietas, ustedes tienen a su haber un tatara-tatarabuelo fundador de pueblos en la mitad de la selva.
En cuanto a papá, también vivió de la minería, e igualmente le fue bien. Es una lástima que se hayan perdido los títulos mineros a la muerte de mi Hijo Jacinto. Les hubiera podido dar a ustedes, mis queridas niñas, esa valiosa herencia.
De mi infancia no me acuerdo mucho. Fui la menor de cuatro hermanos. Crecí en casa, nunca fuí a la escuela, mi madre me infundió la fé a la Virgen de Lourdes, me hizo entender la diferencia natural entre nosotras las blancas y los esclavos, de quienes siempre mantuve distancia, y me enseñó algunas palabras y oraciones en Frances. No les había contado que mi madre, aunque natural de Esmeraldas, Ecuador, era de origen frances? Esa historia la deberá contar ella de su propia voz.
Que por qué no fuí a la escuela? Es que yo no fui la hermana mayor, y tampoco nací varón, así que no tenía derecho a la educación.
A leer y escribir me enseñó mas adelante mi esposo Gustavo, maestro por naturaleza y profesión. Él siempre desempeñó su oficio por pura pasión, algo que vino a transmitir a sus hijos, nietos y bisnietos.
Les adjunto el diploma que la Escuela Normal de Institutores del Departamento del Cauca le otorgó como maestro acreditado. Original en poder de mi nieta Maria Elena.
Fig 2. Diploma de acreditación de Gustavo Lopez Pabón como Maestro de Escuela Elemental
En cuanto a mí, resulté muy buena alumna. Gustavo no solo me enseñó a escribir sino a hacerlo con una muy bella caligrafía.
De mi estilo de letra, y de mi gusto por la culinaria queda un cuaderno que conserva Glorita, una de mis nietas, escrito a mano de mi puño y letra. Aprovecho de una vez para enseñarles una de mis recetas favoritas: Zeresas en aguardiente.
Fig 3. Receta de la abuela. Original del recetario en poder de Gloria, su nieta
Pero no estoy hablando de recetas. Lo que sucede es que a veces me pierdo en el hilo de mis recuerdos.
En casa compartí mis juegos de infancia con mis hermanos. Yo era la menor. Adela me llevaba diez años, Elisa María ocho y Tomás, mi único hermano varon, cuatro. Así que yo era la chiquita de la familia. Mas que jugar, me cuidaban, yo era su trompo de poner.
Adela supo desempeñar su papel de hija mayor, pues años después se encargaría del cuidado de mi madre. Quizas por esa obligación nunca se caso.
En cuanto a Elisa María, ella tomó muy en serio lo de la devoción a la Virgen, pues mas tarde se ordenaría monja de claustro y viviría y moriría en Quito consagrada a nuestro Señor.
Mi hermano Tomás sí se casó. Lo que pasa es que el tiempo borró esa historia, y no puedo decirles qué fue de su vida. Quizas mis nietas averiguen algo. Por lo pronto, les comparto la única fotografía que conozco de mi hermano. En el reverso dice que fué tomada en Cali, pero eso es todo lo que sé.
Fig 4. Tomás Herrera, Hermano de Cármen
Y respecto a mi vida, continúo con mi historia.
A medida que ibamos creciendo, mi mamá se preocupaba mas y mas de nuestro futuro, pues quería vernos bien casadas, y Barbacoas, aunque floreciente en ese entonces, no era según ella el sitio donde fuéramos a encontrar adecuados pretendientes.
Mi mamá nunca se sintió a gusto viviendo en medio de la selva, y siempre aprovechaba la oportunidad para intentar convencer a papá que nos mudáramos a Tumaco.
Él no estaba de acuerdo con la idea, y tenía sus razones, pues de lo que él sabía era de minería, y la minería estaba en Barbacoas, y además Tumaco era mucho mas pequeño.
Y mi mamá le refutaba. “Que si, pero que Tumaco es un puerto importante, y que hay mucho comercio, y que se consigue de todo, y que hay gente de todo el país, y que llegan los barcos de Europa, y que yo quiero ver bien casadas a mis hijas“.
Esta discusión se repetía diariamente y no se llegaba a nada, y nada hubiera cambiado de no ser por el incendio.
Yo tenía 18 años, me acuerdo mucho. Era Sábado y ya estaba dormida. Entonces me despertó la gritería. Me asomé a la ventana sin saber que pasaba, y ví a la gente correr en todas direcciones. Mi mamá acabó de despertar a mis hermanos y salimos a la calle. Afuera solo oíamos gritos de auxilio, pedidos de ayuda, “que mi casa se quema”, “que me faciliten algo para cargar agua, que quien ha visto a mis hijos, que me ayuden a sacar los corotos que se me estan quemando”.
Recuerdo ese incendio como si fuera ayer. Recuerdo el humo que penetró mis pulmones y me hizo sentir ahogada. Recuerdo el cielo iluminado por miles de astillitas de madera encendidas, como luciérnagas rojas, revoloteando en todas direcciones y posandose en los techos para iniciar nuevos incendios. Recuerdo la angustia de mi madre, recuerdo el llanto de Adela.
Nuestra casa no se quemó, pero el pueblo quedó en ruinas.
A la mañana siguiente todo era desolación. La gente deambulaba en silencio, sin rumbo fijo, sin levantar la mirada, humedeciendo las cenizas con su llanto .
Ese día mamá sirvió el desayuno como siempre, como si no hubiera pasado nada, esperó a que todos termináramos, y antes de recoger la loza se dirigió a papá y le dijo en un tono firme y severo como nunca lo había oido: “Ya no aguanto mas, nos vamos de este infierno”.
Papá no dijo nada, se sirvió una segunda tasa de chocolate y la bebió pausadamente.
No se habló mas. No se tuvo que hablar mas. En un pacto de silencio, entre todos empezamos a empacar. Partimos a Tumaco, despidiendonos para siempre de ese pueblo de oro, de esclavos, de paludismo, de fuego.
Con los ahorros de la minería mis padres pudieron adquirir una casa en el marco de un nuevo parque que recién estaban terminando de construir, el Parque Nariño. No era tan grande como el Parque Colón , construido dos años antes, pero era mucho mas bonito. Nuestra casa, como la mayor parte de las casas, estaba construida sobre pilotes de madera, pues el mar entraba en marea alta y con frecuencia inundaba las calles, lo que de paso nos permitía jugar en el mar sin salir de casa.
Fig 5.Parque Nariño hoy.
Atrás quedaba el incendio y el aislamiento del mundo. Y como todo mal recuerdo, mamá estaba dispuesta a enterrarlo en el olvido. Para ella, según repetía incesantemente, “de aquí en adelante todo va para mejor”.
Con lo que no contaba mi madre era con un desastre aún peor que el del incendio, apenas un año despues de instaladas: El terremoto de 1906.
Que les puedo contar del terremoto?
A diferencia del incendio, el terremoto fué de día, a las diez de la mañana. Era un Miércoles, a la hora en que el puerto, los parques y las calles estaban abarrotados de gente. El terremoto llegó sin anunciarse, sin temblores previos, y nos tomó a todos por sorpresa. En casa todo se movía, todo se caía de los estantes, las mesas saltaban, hasta las casas se venían abajo. Y la tierra se abría, y muy adentro, crujía.
A mí lo que mas me impactó fueron las grietas. No comprendia, nunca comprendí, porqué la tierra se abría y se cerraba como una cremallera, como si estuviera viva. En ese momento entré en pánico, y gritaba. A mí lo que mas me angustiaba era caer en esas grietas que llegaban al infierno. Me horrorizaba ser devorada a medias por la tierra, quedar la mitad afuera, la mitad adentro. Por eso siempre le inculqué a mis hijos y a mis nietos que si les tocaba un terremoto, se acostaran en el piso con los brazos abiertos para que no se los tragara la tierra.
Pasado el terremoto el mar se retiró, y se fué lejos de la playa, como tomando impulso para gestar enormes olas que borrraran el pueblo de la faz de la tierra.
Siempre me pregunté qué pecados había cometido la gente para ser castigada de esa forma?
Afortunadamente el Padre Gerardo organizó una procesión de emergencia, desde la Catedral hasta la playa, llevando el cáliz en alto como símbolo de fé nos invitaba a orar para que el Señor aplacara su furia.
Y el mar se calmó, y las plegarias fueron atendidas, y Dios perdonó al pueblo.
De manera que Tumaco volvió a levantarse, y continuó progresando, llegando rápidamente a superar en tamaño a mi pueblo natal. Mucha gente, como nosotros, emigró de Barbacoas a raíz del incendio, pero también llegó gente de Pasto y del interior del país, incluso del Ecuador. Por esos días, de San Pablo, Nariño, llegó un joven maestro, Gustavo Lopez Pabon, mi futuro esposo, a probar fortuna.
Pero antes de seguir adelante con mi historia de vida les cuento otro suceso que se me quedó grabado en la memoria: La visita de la estrella con una cola que parecía un manto de luz. Tantas cosas raras sucedían en mi pueblo.
Una noche apareció en el firmamento una estrella diferente a las demás. Los primeros en darse cuenta del fenómeno fueron los niños, que son los únicos que tienen tiempo para bobear mirando al cielo. El caso es que una noche apareció la tal estrella con una cola enorme, y cada día que pasaba se hacía mas y mas brillante, aunque no todas las noches la podíamos ver, pues el cielo en Tumaco casi siempre andaba encapotado. Llegó un momento en que la cola era tan brillante que se podía ver de día, y cubría casi la mitad del cielo.
A mi lo que mas me preocupaba es que se fuera a caer encima del pueblo, o que esa cola iniciara un nuevo incendio. Los Domingos, el Padre Gerardo nos tranquilizaba en el sermón, pero nos advertía que eso de la estrella era una señal del Señor para recordarnos su grandeza y que debíamos ser puros y que debíamos orar mucho, y yo le oraba a la Virgen de Lourdes con profunda devoción, pues no quería enfrentarme a otro incendio.
Al mes de aparecer , el cielo, como el mar, se aplacó, y la estrella no volvió a dejarse ver nunca mas. A mí me quedó el recuerdo grabado de por vida y la historia la narré mil veces a mis nietos. No sé si me creyeron. No lo creo. Quién va a creer eso de una estrella con cola que se ve a plena luz del día?
Fig 6. San Pablo, el pequeño poblado de clima medio del que era natural Gustavo, esposo de Carmen. El munipio perteneció al Cauca, luego pasó a manos de Nariño, regresó al Cauca y finalmente se quedó en Nariño.
Pero otra vez me perdí en el hilo de mi historia.
Gustavo, ya lo he dicho, amaba la enseñanza, pero igual le apasionaban las matemáticas. Yo pienso que mis hijos y nietos heredaron de mi esposo su inteligencia.
En Tumaco mi Esposo se desempeñó como maestro, fue su oficio de vida. Pero también trabajó de contador. Que yo me acuerde, le llevó las cuentas de gastos a la Cárcel de Tumaco. Este oficio alterno fue lo que nos permitió vivir decentemente, pues ni a los maestros ni a los médicos el Gobierno les reconocía gran cosa.
Fig 7. Apartes de uno de los libros de contabilidad que manejaba Gustavo, esposo de Carmen.
No me acuerdo cómo conocí a a Gustavo, pero lo cierto es que nos enamoramos. Yo creo que en esto del amor a primera vista ayudó mucho su bello bigote, así que el Miércoles 24 de Enero del año bisiesto de 1912, el Padre Rufino Díaz selló nuestro matrimonio en la parroquia de San Andrés de Tumaco.
Fig.8 Partida de matrimonio de Gustavo López Pabón y Cármen Herrera Portes
Fig 9. Fotografía de Cármen, su esposo Gustavo Herrera y su primer hijo, Antonio,de tres meses de edad. Original en poder de Luz Esther Lopez.
Tuvimos cuatro hijos, todos nacidos en Tumaco. En su orden: Antonio, Jacinto, Aurelio Agustín, y Luis Gustavo.
Aurelio Agustín, mi Aurelito, falleció a los siete años, se lo llevó una meningitis. Los médicos no pudieron hacer nada con la fiebre. Aún lloro desde el cielo su temprana muerte.
Mis otros tres muchachos resultaron mas bién juiciosos. Yo si hubiera querido que Toñito fuera sacerdote. No se pudo, no se dejó convencer, y es que él por puro llevarme la contraria se ufanaba de ser ateo. Que mi Dios me lo perdone y lo tenga en su santa gloria. En cuanto a hijas mujeres, como no las tuve , pues tampoco pude ofrecer ninguna al servicio del Señor. No todos los deseos se convierten en realidad.
A medida que crecieron, mis hijitos fueron saliendo de casa uno a uno y terminaron haciendo sus vidas lejos de su pueblo natal. Pero esa es una historia que deberán contar ellos de viva voz mas adelante. Por mi lado es momento de cerrar mi relato, que me voy a leer ” La Hora Santa”, mi libro de oraciones favorito. El resto de mi vida que la cuenten mis hijitos. Que Dios las acompañe, mis pequeñas tataranietas.
Fig 10. La abuelita Cármen.
CUANDO SUBACHOQUE ESTABA BAJO EL MAR
ORLANDO RODRÍGUEZ
“Entonces creó Dios los cielos y la tierra. Y la tierra estaba desordenada y vacía, y las tinieblas estaban sobre la faz del abismo, y el Espíritu de Dios se movía sobre la faz de las aguas”. ( Génesis 1:2)
Fotografía 1. Subachoque, un municipio de alta montaña en medio de un valle al Occidente de la Sabana de Bogotá.
En un principio estaba el mar, el Mar de Tethys, un océano enorme que abarcaba todas las aguas del planeta. En su franja ecuatorial, bajo unos cuantos cientos de metros de columna de agua costera, reposaba Subachoque, sobre un lecho marino gélido y de obscuridad total. “las tinieblas estaban sobre la faz del abismo”.
Noticias de Pangea, el gran continente que comprendía igualmente todas las tierras emergidas del planeta, llegaban en forma de una continua lluvia de limo entregada por los rios que nacían en el Escudo Guyanes, una formación montañosa antiquísima que se elevaba hacia el centro del continente.
Dado que la cordillera de los Andes aún no existía, el sistema fluvial corría líbremente en dirección al mar, de Oriente a occidente, bañando en su camino extensas llanuras y fértiles sabanas tropicales. Los sedimentos aportados por los rios permitían que el diminuto plankton marino prosperara en la superficie del mar. Conchas de microscópicos Foraminíferos se depositaban lenta pero continuamente en el fondo marino aportando de manera importante a lo que posteriormente serían los núcleos de las cadenas montañosas que hoy rodean y sub-yacen el valle de Subachoque.
FIG 1. Vista simplificada del supercontinente PANGEA. https://www.infobiologia.net/2015/06/deriva-continentes-hipotesis-wegener.html
Hace unos 225 millones de años, durante el Mesozoico, algo alteró la dinámica de nuestro planeta. Una columna de magma ardiente empezó a fluir del núcleo terrestre hacia la superficie en el centro mismo de Pangea, formando unas corrientes de convección que partieron en dos el Mega-continente, separando Laurasia, al norte, (actualmente Norteamérica, Europa y Asia) de Gondwana al Sur (Sudamérica, Africa, Australia e india).
100 millones de años después, durante el Jurásico y el Cretáceo , bajo el suelo de un mundo poblado por dinosaurios, nuevas dinámicas en las corrientes de convección presionaron el centro de Gondwana, con una fuerza suficiente para subdividirlo a su vez en varios segmentos: Sudamérica, al oeste, Africa, al Este, Australia e India al Sureste.
Una vez dividido, Sudamérica comenzó a derivar en dirección NW, alejándose cada vez mas y mas de Africa, permitiendo que entre estas dos grandes masas continentales se formara un Nuevo océano: el Océano Atlántico.
3350 kilómetros ha viajado Sudamérica hacia occidente desde que se separó de Africa.
Con la apertura del nuevo océano, a comienzos del Cretáceo hubo una elevación general del nivel del mar y una penetración del mismo (transgresión marina) hacia el continente. En la región que hoy corresponde a Subachoque, y bajo los suelos actuales, se depositaron durante este período unos doce kilómetros de espesor de sedimentos marinos en una cuenca que se fue hundiendo lentamente por su propio peso.
Los sedimentos mas antiguos que afloran en los alrededores de Subachoque (encontrados en la cadena montañosa de Tabio (Anticlinal de Tabio), corresponden a una capa de algo mas de 100 metros de lodolitas, arcillolitas y shales grises, negros, carbonosos, con abundantes foraminíferos, e intercalaciones de capas delgadas de calizas y areniscas. Estos sedimentos se conocen como Formación Simijaca (K2S), depositada en mares relativamente profundos durante el Cretáceo Superior, hace unos 90 millones de años.
FIG 2. Geología del Anticlinal de Tabio. Modificado de https://choconta.files.wordpress.com/2007/12/informe_geologia_sabana_bta.pdf
Sobre esta antigua formación, y del mismo período geológico, se depositó la Formación Frontera (K2F), mucho mas rica en sílice y con presencia de abundantes fósiles de amonitas. Esta formación tiene 40 metros de espesor y aflora igualmente en el anticlinal de Tabio, suprayaciendo la Formación Simijaca.
Hace 85 millones de años, el mar retrocedió, permitiendo que el área de Subachoque se hiciera mas somera. Los depósitos sedimentarios de esta época corresponden entonces a areniscas de grano mas grueso, aunque en el área de Subachoque la formación es lodosa. Al igual que la formación que supra-yace, presenta abundantes fósiles de Amonitas y se conoce como Formación Conejo (K2C), con 750 metro de espesor.
Finalmente, sobre la Formación Conejo, por un intervalo de 20 millones de años (entre 86 a 66 Millones de años atrás en nuestra historia) se depositó el Grupo Guadalupe, que en algunos sectores de la Sabana alcanza los 700-800 metros de espesor.
En el Grupo Guadalupe se diferencian tres formaciones:
Formación Arenisca Dura (K2d): 320 metros de espesor, depositada durante un retroceso marino, constituida por areniscas de grano fino de color gris claro con abundante cemento siliceo por lo cual son utilizadas para agregados en la industria de la construcción.
Formación Plaeners (K2p), 73 metros de espesor, depositada durante otro avance marino (el planeta cambia de parecer de tanto en tanto). Esta formación es fácilmente identificable por su estratificación en capas de 5 centímetros y fracturación en prismas (panelitas), excepcionalmente ricas en microforaminíferos.
Finalmente, la Formación Arenisca Labor-Tierna (K2t), por encima de la dos anteriores, 95 metros de espesor, depositada durante una nueva regresión marina. En esta capa no son muy comunes los fósiles, aunque algunos Ostrácodos y Foraminíferos han sido reportados.
Con la formación Arenisca Labor-Tierna se cierra el capítulo de Subachoque bajo el mar. Hace unos sesenta y cinco millones de años, a fines del Cretáceo y comienzos del Paleoceno, una colisión entre la Placa Sudamericana moviendose hacia Oeste y la Placa de Nazca hacia Este, llevo a que la cordillera de los Andes emergiera del mar y Subachoque viera por primera vez la luz del sol, un Subachoque en litoral costero tropical, pero este es un tema que amerita un capítulo que, si tengo tiempo, llamaré “CUANDO SUBACHOQUE SE QUEDÓ SIN VISTA AL MAR”.
Batalla de Subachoque. Prologo
Orlando Rodríguez – Harry Marriner
BATALLA DE SUBACHOQUE
Recordando la Guerra Civil de 1859-1862 librada entre Tomás Cipriano de Mosquera y Mariano Ospina Rodríguez
I. PROLOGO
Fig 1. Reconstrucción de un fusil a partir de partes encontradas en el área de la batalla. Colección particular Ruge
Hace ciento cincuenta y dos años, en un lluvioso día de Abril, la Sabana de Bogotá amanecía cubierta de una espesa neblina y una lluvia persistente. A las ocho de la mañana del 25 de Abril de 1861, las tropas de la Confederación Granadina, al mando del General Joaquín París, comenzaban a lanzar disparos de cañón en Subachoque, Cundinamarca, contra las fuerzas insurgentes leales a Tomás Cipriano de Mosquera, en un intento por frenar su avance hacia la capital.
Todo había comenzado dos años atrás, cuando el Presidente Mariano Ospina Rodríguez, fundador del Conservatismo, había decidido sancionar una serie de leyes que desde la óptica de Mosquera, quien en ese entonces desempeñaba el cargo de Gobernador del Cauca, atentaban contra los principios de autonomía definidos en la Constitución Federalista de 1858.
Tras numerosos acercamientos de las partes en busca de resolver la situación por las vías diplomáticas, Mosquera declaró separado el Estado del Cauca de la Confederación Granadina y se autonombró “Supremo Director de Guerra”, título fastuoso heredado de guerras civiles anteriores, dando inicio a una sangrienta guerra que se prolongó por mas de dos años, y que llevó a la nación a un nuevo nombre, Estados Unidos de Colombia, una nueva constitución y un sistema de gobierno radicalmente federalista.
Tomás Cipriano de Mosquera, apodado el “Mascachochas”, debido a una herida de guerra en su rostro, tenía en su historial numerosas batallas libradas desde la época de la independencia, luego no debió costarle mucho esfuerzo declarar la guerra al Gobierno Central.
Mariano Ospina Rodríguez, por su parte, quien aseguraba que Mosquera actuaba en represalia por no haber triunfado en los comicios electorales de 1856, emprendió personalmente su campaña de guerra, con éxitos iniciales en el Estado de Santander, de donde retornó triunfante a la capital.
El recibimiento por parte de la población fue fastuoso, con arcos triunfales, balcones festoneados y multitudes aclamándolo. Pareciera que la guerra había terminado.
Mosquera, entretanto, iniciaba su propia campaña en Manizales, avanzando posteriormente hacia el Cauca y Tolima, con el objetivo final de tomarse la capital de la nación.
La batalla que definió el curso de esta guerra se dio en Subachoque, a escasos kilómetros de Bogotá, por la vía antigua vía que comunica la Sabana con Chinga Caliente, actualmente San Francisco.
El 19 de Abril de 1861, tras varios enfrentamientos contra las tropas de la Confederación, Mosquera remontó la Cordillera Oriental, estableciendo su campamento en el gélido Valle de Santa Bárbara, a escasos kilómetros del casco urbano del poblado de Subachoque.
Fig 2. Valle de Santa Bárbara, sitio de la batalla. Subachoque
En respuesta a los peligrosos avances de Mosquera, el Ejército de la Confederación marchó desde Facatativa a Subachoque y el 22 de Abril ubicó su campamento a la vista del ejército enemigo.
La iniciativa de batalla la tomó el Ejército de la Confederación. El 25 de Abril, a las ocho de la mañana, el general Diago decidió avanzar hacia el centro del valle. Mosquera destacó una guerrilla para repeler al enemigo, lo que generó grandes bajas en las fuerzas de la Confederación.
Entre tanto, el Coronel Gutiérrez Lee , también perteneciente al Ejército de la Confederación, arremetió con su infantería intentando tomar a bayoneta las trincheras de Mosquera. Los ocho cañones del Batallón Tercero de Artillería hostigaron en diagonal y los cuerpos centrales de La Confederación cargaron contra el flanco izquierdo enemigo haciéndolo retroceder.
Esta presión generalizada obligó a Mosquera a atacar en masa, destacó algo más de mil de sus mejores hombres, con quienes se lanzó al valle en busca de un ataque definitivo.
Ante este movimiento, la caballería de la Confederación contraatacó logrando seccionar y dispersar a su enemigo.
Mosquera quien a esa hora andaba en medio del valle, se atascó en un lodazal con su caballo. Para auxiliarlo, Simón Arboleda, su sobrino, le facilitó oportunamente su propia montura, permitiendo que su Tío evitara ser tomado prisionero, o quizás muerto.
Con montura ajena, Mosquera logró escapar del valle y se ocultó temporalmente en una cueva aguas abajo de la quebrada de Santa Bárbara, a unos 400 metros del campo de batalla.
El General López, leal a las tropas insurgentes, al notar la ausencia de su comandante, presumió su muerte y en consecuencia improvisó bandera blanca en señal de rendición.
Aureliano Gonzalez, un joven soldado que había visto morir días antes a su propio padre en el campo de batalla, le arrebató la bandera y exclamó:
–Donde está el cadáver de mi padre no hay bandera blanca
La contienda se prolongó a lo largo de todo el 25 de Abril, dejando en suma cerca de seiscientos muertos y numerosos heridos. Una vez anocheció, las tropas de ambos bandos se retiraron a sus campamentos a la espera de un segundo y definitivo día de batalla.
Fig 2. Gatillo de fusil encontrado en el área de la Batalla. Colección Ruge
Fig 4. Hebilla de uniforme militar de alto rango encontrada en el área de la batalla. Colección Ruge
Llegó el 26, y para sorpresa de Mosquera, las fuerzas legitimistas no dieron señal de actividad bélica.
Hacia medio día, el General París, comandante de las tropas de la Confederación, envió un emisario para concertar una tregua con el propósito de recoger heridos y enterrar a los muertos. Esta tregua se prolongó por un largo mes, hasta el 25 de Mayo, cuando Mosquera abandonó el Valle y partió rumbo a la capital, donde entró triunfante el 18 de Julio.
La guerra civil de 1859-1861, o Guerra por las Soberanías, permitió que por primera y única vez en el país, unas fuerzas insurgentes resultaran vencedoras ante las tropas que representaban al gobierno legalmente constituido, tomando el control de la nación y cambiandole su destino.
Durante el transcurso de esta guerra, también por primera vez en nuestro país, se invocó formalmente el Derecho de Gentes, semilla del Derecho Internacional Humanitario, en un intento de humanizar la guerra .
Como consecuencia de la contienda, dos años después, el 3 de Febrero de 1863, se dio apertura formal a “la Convención de Rionegro”, donde se sancionó una nueva Constitución Federalista que le otorgó a nuestra nación el nombre de “Estados Unidos de Colombia“, nombre y sistema de gobierno que nos acompañó hasta 1886, cuando se instauró de nuevo el Centralismo en nuestro país cambiando su nombre al que hoy nos acompaña, República de Colombia.
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Vultur gryphus
Pero en ese entonces habitaba las altas cumbres de la cordillera, era muy joven, y la verdad no deseaba alejarse por mucho tiempo de los paisajes azules, del helado viento, del silencio. Y la ciudad estaba tan lejos, y se adivinaba tan gris…
Pasaron los años, y poco a poco se fue olvidando de su promesa.
Pero una mañana de Enero,en un vuelo de rutina sobre el valle de los Frailejones, divisó un objeto dorado brillar en el fondo de un pequeño arroyo.
Con curiosidad descendió y descubrió que se trataba de un botón de oro, de esos que lucían en sus uniformes los soldados que tantas veces había visto marchar por los páramos.
Y en el pequeño objeto reconoció con claridad su imagen, grabada en altorelieve en el escudo de armas de la nación.
Entonces recordó su promesa. No solo lo habían declarado Ave emblemática, también lo habían honrado como figura central del máximo símbolo del país.
Sin dudarlo un instante, el Cóndor extendió, como en el escudo, sus enormes alas negras y alzó vuelo.
Aprovechando las masas de aire cálido pudo remontar con facilidad las altas cumbres . Desde allí, gracias a la transparencia del aire de los Andes, a lo lejos divisó su objetivo: la gran ciudad.
Voló todo el día y toda la noche. A la mañana siguiente ya se encontraba en medio de los edificios y las multitudes.
No fue difícil encontrar el Palacio de Gobierno. Al fin y al cabo era, después de la Catedral, la edificación mas alta y ostentosa de la ciudad.
Con entusiasmo ingresó por una pequeña ventana y llegó al salón elíptico, donde se encontraban reunidos en sesión plenaria los Honorables.
Se posó en medio del salón, sobre una hermosa alfombra roja, y con los ojos llenos de lágrimas quiso empezar su discurso de agradecimiento.
Lo último que escuchó, antes de sentir mil cristales helados volar de su cabeza, fue la voz del Presidente de los Honorables que gritaba:
“Maten ese gallinazo”