Orlando Rodríguez – Harry Marriner
BATALLA DE SUBACHOQUE
Recordando la Guerra Civil de 1859-1862 librada entre Tomás Cipriano de Mosquera y Mariano Ospina Rodríguez
I. PROLOGO
Fig 1. Reconstrucción de un fusil a partir de partes encontradas en el área de la batalla. Colección particular Ruge
Hace ciento cincuenta y dos años, en un lluvioso día de Abril, la Sabana de Bogotá amanecía cubierta de una espesa neblina y una lluvia persistente. A las ocho de la mañana del 25 de Abril de 1861, las tropas de la Confederación Granadina, al mando del General Joaquín París, comenzaban a lanzar disparos de cañón en Subachoque, Cundinamarca, contra las fuerzas insurgentes leales a Tomás Cipriano de Mosquera, en un intento por frenar su avance hacia la capital.
Todo había comenzado dos años atrás, cuando el Presidente Mariano Ospina Rodríguez, fundador del Conservatismo, había decidido sancionar una serie de leyes que desde la óptica de Mosquera, quien en ese entonces desempeñaba el cargo de Gobernador del Cauca, atentaban contra los principios de autonomía definidos en la Constitución Federalista de 1858.
Tras numerosos acercamientos de las partes en busca de resolver la situación por las vías diplomáticas, Mosquera declaró separado el Estado del Cauca de la Confederación Granadina y se autonombró “Supremo Director de Guerra”, título fastuoso heredado de guerras civiles anteriores, dando inicio a una sangrienta guerra que se prolongó por mas de dos años, y que llevó a la nación a un nuevo nombre, Estados Unidos de Colombia, una nueva constitución y un sistema de gobierno radicalmente federalista.
Tomás Cipriano de Mosquera, apodado el “Mascachochas”, debido a una herida de guerra en su rostro, tenía en su historial numerosas batallas libradas desde la época de la independencia, luego no debió costarle mucho esfuerzo declarar la guerra al Gobierno Central.
Mariano Ospina Rodríguez, por su parte, quien aseguraba que Mosquera actuaba en represalia por no haber triunfado en los comicios electorales de 1856, emprendió personalmente su campaña de guerra, con éxitos iniciales en el Estado de Santander, de donde retornó triunfante a la capital.
El recibimiento por parte de la población fue fastuoso, con arcos triunfales, balcones festoneados y multitudes aclamándolo. Pareciera que la guerra había terminado.
Mosquera, entretanto, iniciaba su propia campaña en Manizales, avanzando posteriormente hacia el Cauca y Tolima, con el objetivo final de tomarse la capital de la nación.
La batalla que definió el curso de esta guerra se dio en Subachoque, a escasos kilómetros de Bogotá, por la vía antigua vía que comunica la Sabana con Chinga Caliente, actualmente San Francisco.
El 19 de Abril de 1861, tras varios enfrentamientos contra las tropas de la Confederación, Mosquera remontó la Cordillera Oriental, estableciendo su campamento en el gélido Valle de Santa Bárbara, a escasos kilómetros del casco urbano del poblado de Subachoque.
Fig 2. Valle de Santa Bárbara, sitio de la batalla. Subachoque
En respuesta a los peligrosos avances de Mosquera, el Ejército de la Confederación marchó desde Facatativa a Subachoque y el 22 de Abril ubicó su campamento a la vista del ejército enemigo.
La iniciativa de batalla la tomó el Ejército de la Confederación. El 25 de Abril, a las ocho de la mañana, el general Diago decidió avanzar hacia el centro del valle. Mosquera destacó una guerrilla para repeler al enemigo, lo que generó grandes bajas en las fuerzas de la Confederación.
Entre tanto, el Coronel Gutiérrez Lee , también perteneciente al Ejército de la Confederación, arremetió con su infantería intentando tomar a bayoneta las trincheras de Mosquera. Los ocho cañones del Batallón Tercero de Artillería hostigaron en diagonal y los cuerpos centrales de La Confederación cargaron contra el flanco izquierdo enemigo haciéndolo retroceder.
Esta presión generalizada obligó a Mosquera a atacar en masa, destacó algo más de mil de sus mejores hombres, con quienes se lanzó al valle en busca de un ataque definitivo.
Ante este movimiento, la caballería de la Confederación contraatacó logrando seccionar y dispersar a su enemigo.
Mosquera quien a esa hora andaba en medio del valle, se atascó en un lodazal con su caballo. Para auxiliarlo, Simón Arboleda, su sobrino, le facilitó oportunamente su propia montura, permitiendo que su Tío evitara ser tomado prisionero, o quizás muerto.
Con montura ajena, Mosquera logró escapar del valle y se ocultó temporalmente en una cueva aguas abajo de la quebrada de Santa Bárbara, a unos 400 metros del campo de batalla.
El General López, leal a las tropas insurgentes, al notar la ausencia de su comandante, presumió su muerte y en consecuencia improvisó bandera blanca en señal de rendición.
Aureliano Gonzalez, un joven soldado que había visto morir días antes a su propio padre en el campo de batalla, le arrebató la bandera y exclamó:
–Donde está el cadáver de mi padre no hay bandera blanca
La contienda se prolongó a lo largo de todo el 25 de Abril, dejando en suma cerca de seiscientos muertos y numerosos heridos. Una vez anocheció, las tropas de ambos bandos se retiraron a sus campamentos a la espera de un segundo y definitivo día de batalla.
Fig 2. Gatillo de fusil encontrado en el área de la Batalla. Colección Ruge
Fig 4. Hebilla de uniforme militar de alto rango encontrada en el área de la batalla. Colección Ruge
Llegó el 26, y para sorpresa de Mosquera, las fuerzas legitimistas no dieron señal de actividad bélica.
Hacia medio día, el General París, comandante de las tropas de la Confederación, envió un emisario para concertar una tregua con el propósito de recoger heridos y enterrar a los muertos. Esta tregua se prolongó por un largo mes, hasta el 25 de Mayo, cuando Mosquera abandonó el Valle y partió rumbo a la capital, donde entró triunfante el 18 de Julio.
La guerra civil de 1859-1861, o Guerra por las Soberanías, permitió que por primera y única vez en el país, unas fuerzas insurgentes resultaran vencedoras ante las tropas que representaban al gobierno legalmente constituido, tomando el control de la nación y cambiandole su destino.
Durante el transcurso de esta guerra, también por primera vez en nuestro país, se invocó formalmente el Derecho de Gentes, semilla del Derecho Internacional Humanitario, en un intento de humanizar la guerra .
Como consecuencia de la contienda, dos años después, el 3 de Febrero de 1863, se dio apertura formal a “la Convención de Rionegro”, donde se sancionó una nueva Constitución Federalista que le otorgó a nuestra nación el nombre de “Estados Unidos de Colombia“, nombre y sistema de gobierno que nos acompañó hasta 1886, cuando se instauró de nuevo el Centralismo en nuestro país cambiando su nombre al que hoy nos acompaña, República de Colombia.
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