Orlando Rodríguez
En Bogotá, infames gobernantes han decidido por decreto asesinar sin contemplación los poco árboles que quedan en pié en nuestra triste selva de cemento.
Cuatro argumentos principales respaldan su sabia decisión:
- Amenazan con caerse
- Están enfermos
- Están viejos
- No cuadran con el plan paisajístico de la ciudad !!!!!.
En lo que a mí respecta, confieso que a mi edad ya me he caído un par de veces, no soy exactamente el ejemplo de la salud perfecta, estoy envejeciendo mas rápido de lo que quisiera, y como si fuera poco, solo mi esposa me encuentra guapo.
Le pregunto entonces a nuestros Honorables: Cuándo van a llegar a mi puerta con las herramientas de eutanasia?
A manera de reflexión, quiero compartir unas pocas fotos que he tomado en Japón:
Este pino tiene mas de doscientos años, sus cuidadores han debido ingeniar complicadas estructuras para preservar sus ramas laterales, que por algún motivo decidieron no crecer erectas.
Cualquier medio es válido para conservar sus ramas torcidas
Después de 108 años de vida, en Tokio un ciprés falleció de muerte natural. Aún se conserva en la memoria colectiva su sembrador, y con esta placa se honra su memoria, se siembra su sucesor y se designa su sembrador de turno.
Este bello cerezo es solo uno entre los miles que habitan todas las ciudades de Japón. Su floración es recibida con júbilo cada año y seguida por los medios de comunicación como debe ser, como un acontecimiento memorable, único, espiritual.
Bajo sus frondas, cada año se celebran miles de matrimonios.
Naturaleza y ciudad conviven en armonía. Cada árbol es cuidadosamente acicalado. En invierno cobijan sus troncos con esparto para preservarlos del frío.
Cada árbol, incluyendo el andamiaje requerido para proteger sus ramas, es entendido por los Japoneses como una obra de arte.
Para los Japoneses, un árbol de ramas retorcidas es un regalo de sus dioses, es apreciado, es cuidado con esmero, es respetado. Es ayudado con “muletas”.
Árboles enfermos son cuidados con amor y esmero. Puede un Japonés contemplar acaso la idea de eutanasia?
En retribución , cada árbol honra al hombre con su mas preciada obra: Una flor
Cuando puede, el árbol se excede en su regalo.
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Elevemos nuestras plegarias para que algún día tengamos gobernantes que piensen más en el entorno que le legan a sus hijos que en su bolsillo del presente.